domingo, 30 de agosto de 2015

Las dulces notas del piano

La música es un arte, y lo único que conocemos de ella es su universalidad y que se trata de un evento social. Yo no conozco nada que pueda mantener unido a un colectivo durante tanto tiempo; tal vez la religión o el credo político. Ahora bien, lo curioso es que tanto la religión como la política van a menos, mientras las melodías van a más.

Quizá sea esta falta de utilidad concreta la música lo que la hace tan querida por todo el mundo. El lenguaje parecía seguir en cantidad de devotos, aunque por razones muy distintas: todas las personas se precian de hablar y transmitir un pensamiento a los demás. A los neurólogos del futuro les corresponde detectar la diferencia entre el lenguaje musical y el hablado: el primero no parece transmitir gran cosa, mientras que el segundo tiene utilidades: entenderse, concentrarse y encaminarse a la consecución de un objeto determinado.

Ya no digamos lo que hacen algunos músicos con el juego mágico de sus dedos interpretando al piano una de las piezas de Ludovico Einaudi ¿Se han fijado como mueven de memoria sus dedos sin que les tiemble el pulso y respetando siempre la melodía que nos emblesa? A lo mejor lo úncio que importa es, justamente lo que nos emblesa: sentir que formamos parte de la manada, empatizar con los demás. A lo mejor la música sirve para algo y el resto para casi nada.

sábado, 1 de agosto de 2015

Pasados despertares

La gente pensará: ¡Pero si es sólo el sonido de unos pájaros!
Pero yo respondo que no lo es. No es sólo un simple sonido de unos pájaros; es el sonido de la tranquilidad, de la relajación y de la libertad. Y así es como me sentía cuando lo escuchaba: tranquila, relajada, libre.
 También alguien podría preguntarme: ¿Por qué te gusta tanto escuchar el simple sonido de unos pájaros? Y yo les respondería que simplemente porque así es como me despertaba cada mañana, con el fantástico ruido de la naturaleza entrando por mis oídos y haciendo de mi boca una gran sonrisa.
 Este es el sonido que habita en mí, y me hace recordar cuando era más pequeña y sonreía nada más escucharlo. Sin duda, me alegraba, porque sabía que un día me esperaba.
 Otra cosa que se podría preguntar la gente es que por qué lo echo tanto de menos. Pues porque ya no me despierto así, aunque ahora me despierte de una manera mejor. No pensaba que podría echar tanto de menos el sonido de unos pájaros, pero lo cierto es que sí.
Alba Peralta Espinosa
Colegio Helios
     2ºESO