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lunes, 23 de junio de 2014

MIENTRAS SE ACERCA EL TREN

Tenía el pulso acelerado y el corazón en la boca. A cada zancada, la gravilla del suelo salía despedida hacia su cuerpo. Su cabeza ya no sabía a qué atender, si al cansancio o a ese desmedido plan que llevaba ya noches atormentando su cabeza. Ya era hora de un poquito de paz después de tantas vueltas y vueltas a la cabeza. Pensó  si esa era su salida, estaba casi convencida, pero  pensaba también  en todo el esfuerzo y trabajo de esa gente que pretendía que esto no sucediera... Los vagones estaban cada vez más cerca,a unos doce segundos. Ya casi podía notar el hediondo olor del hierro oxidado, y aquella sensación de humo en sus pulmones que tanto odiaba. Y dios mío, las dudas aumentaban, ¿era realmente esa la manera de solucionar las cosas?  ¿y si se arrepentía justo en el preciso momento en que ya tuviese el tren encima? Tanta era la presión e incertidumbre que hasta las dudas pesaban.


 El tren  pasó. Y ella seguía ahí plantada, atónita. Quizás nunca quiso arrojarse a las vías. Quizás era demasiado cobarde para ello, o quizás demasiado valiente para seguir hacia adelante con su vida.

Andrea González
1ºBachillerato
IES Bergidum Flavium

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