Son cerca de las 10 de la mañana, estoy caminando por el sendero de "la Cola de Caballo" con mi músicade Johan Sebastian Bach y experimentando la dulce brisa de la mañana de un perfecto día de verano, el agua corre por el río con sus aguas cristalinas y junto con unos pájaros muy curiosos. Por el camino, solía encontrar excrementos de vaca pero eso no me iba a detener y fastidiarme el día por lo que las sorteaba con la mayor cautela que se podía conseguir a tener en cuenta que tenía una mochila grande. De vez en cuando hacía poco ruido para que las marmotas no se fueran, dado que era la primera vez que las veía tan de cerca, por lo que sentía una gran satisfacción. El camino se iba allanando delante de mí por lo que veía que ya faltaba poco para llegar a la inmensa cascada que esperaba con ilusión, pero de momento solo veía unas vacas pastando tan tranquilas como quien toma el sol pero no me podía entretener o no podría comer en la cascada por lo que aligeré el paso. Y así entre piedra y piedra avisté una inmensa cascada de aguas más limpias que el cristal, que junto con el viento formaban una lluvia de gotitas que te humedecían todo el cuerpo con una satisfacción inmensa dado el calor que hacía. Y allí apartado de cualquier aparato electrónico encontré la libertad que tendríamos que tener todos por lo menos una vez en la vida.
Saúl Daniel Soriano (3ºESO)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.