Puede que la definición más precisa de “afinar” sea la cuarta acepción de la RAE: “Poner en tono justo los instrumentos musicales con arreglo a un diapasón o acordarlos bien unos con otros”. Sin embargo, me parece que la octava acepción, la última, se acerca más a la realidad. Esta cubana acepción dice que “afinar” significa “congeniar”. Puede que la única manera de “congeniar” con la música sea afinando…
A lo largo de la historia los Hz
asignados al sonido La han ido variando. Desde 446Hz en el renacimiento ha ido
variando a 480 en la época de Bach (principios del S. XVIII), 422,5 Hz: en
1740, cuando vivió Händel, y a 432 Hz en 1874 cuando Giuseppe Verdi escribió su
Réquiem. Actualmente desde 1955 y gracias a la Organización Internacional de
Estandarización, los hercios asociados con el sonido La son 440. Sin embargo a
veces los instrumentos de cuerda afinan a 442.
Afinar a veces es difícil. A
causa de afinar, la cuerda de Mi de mi violín se rompió. Por culpa de afinar, a
una violista se le rompió una clavija y no pudo tocar en un concierto y a un
trompetista se le encajó el primer pistón. Afinar un violín mientras un
trombonista calienta su instrumento es misión imposible. El afinador se vuelve
loco y no sabe si el sonido que toco está bajo o alto. Afinar ese la en tercera
posición que siempre se queda alto es complicado. Afinar es difícil, pero es
necesario.
Trabajo realizado por Sofía Lamas Herrero, 3º de ESO, IES María Moliner de Segovia
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