La era Barroca marcó el retorno de la popular Flauta Traversa. Su construcción fue hecha en un tubo cónico que contenía seis agujeros abiertos agrupados en dos secciones y una llave cerrada cubría, que producía el Re#.
El cuerpo, antes de una sola pieza, fue realizado en tres partes: cabeza, cuerpo y pie.
La flauta barroca empieza sus alturas en Re y tenía dos octavas. Otras notas podían tocarse intercalando dedos o tapando la mitad de los orificios, pero eran difíciles de tocar y de sonoridad opaca.
Alrededor de 1700, el cuerpo fue dividido en dos partes y pies extras, llamados cuerpos de recambio, lo que permitía al flautista adaptar su afinación de acuerdo a diferentes orquestas. De todas maneras, con las posiciones cruzadas, las flautas tenían mejor respuesta sonora en Re y Sol Mayor. Si bien había muchos flautistas, los flautistas profesionales lograron adaptarse a los cambios muy bien.
En 1722 se inventan las llaves de Do y Do#. El flautista y compositor J. Quantz critica mucho esta prolongación, que juzga inútil y nociva para la calidad del sonido.
En 1752, los Tratados de Quantz y Tromlitz (en 1786), ofrecen diferentes digitaciones para cada nota.
En 1760 los fabricantes Florio, Gedney, y Potter agregan las llaves de Sol#, Sib y Fa.
Alrededor de 1790 aparecen flautas de 4 llaves en la música sinfónica de Haydn y Mozart.
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Tatiana Garnelo Morán
1º HCS IES Bergidum Flavium
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