miércoles, 25 de mayo de 2016

Luna

La historia que os voy a contar es una historia que me pasó en el 2012, Estas Navidades hará 4 años. Empezaré desde el principio. Desde pequeñita yo tenía dos perros, Yuca y Scotty. Yuca fue la primera y la recogieron mis padres de la calle y se portaba tan mal que un día ni padre se enfadó tanto que fue a devolverla del lugar de donde procedía pero al final le habían cogido tanto cariño que volvieron a por ella y solo estuvo allí mediodía. Scotty fue distinto. Era un pastor alemán pero un tanto peculiar. Sus padres eran pastores alemanes de color fuego pero él salió de color negro. Se lo regalaron a mis padres un vecino en el 2001 ya que al ser distinto, nadie lo quería. Por desgracia, Yuca tuvo cáncer de mama y mis padres la tuvieron que sacrificar. Claro está, mis padres no me lo dijeron así, ya que yo era pequeña. La versión de mis padres era que por la noche se había escapado con un novio y ya volvería. Hasta hace poco que no lo razoné y descubrí la verdad, esa seguía siendo la versión oficial. Con Scotty fue diferente, y bastante más doloroso. Todos las navidades yo ceno en casa de mis abuelos paternos. El caso es que justo ese día se nos olvidó ponerle de cenar al perro. Al llegar a mi casa, lo lo llamamos y lo llamamos y el perro no venía. Nos sorprendió ya que nunca pasaba eso y siempre venía a saludarnos. Por eso decidimos empezar a buscarlo. Esa noche lloré mucho. Fue muy extraña y lo recuerdo todo perfectamente, pero no hace falta que lo explique con muchos detalles. Sólo os diré que habíamos encontrado al perro ahogado en la piscina, con el saco de pienso en la cabeza. Él sabía nadar pero al haber metido la cabeza en el saco de pienso se puso nervioso y bueno, ocurrió. Esa misma noche, mi padre llamó a un amigo y fueron a enterrarlo los dos donde siempre lo sacábamos a pasear. Esa fue una de las peores noches que he pasado en mi corta vida. Continuo. A la mañana siguiente era Navidad y fuimos a casa de mis abuelos maternos que viven muy cerca mía. Mi padre se había ido con el coche y no nos contó adónde. Cuando entró mi padre, entró con un pequeño perrito, y desde el primer momento que le vi, sabía que era nuestro, no sé, una sensación extraña. Eso nos alegró bastante. Decidimos llamarle Rocky y después de 4 años, sigue perfectamente. El sonido que he puesto procede de Luna, mi nueva perrita. Es de la perrera, y la adoptamos porque mi prima trabaja de voluntaria allí y acogió a dos perros. La primera era Luna y luego estaba un macho, los dos habían sido abandonados en la puerta de la perrera junto a sus hermanos . Mi hermana le cogió muchísimo cariño y consiguió convencer a mis padres para que la adoptaran. Y ahora, con sus dos meses, pega unos mordiscos enormes y siempre que nos vamos al colegio y la encerramos en el garaje para que no se vaya a la piscina, se pone a llorar como una loca.
Lucía Soriano Catalán 
2 ESO

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