Carlota… Desde el primer día llorabas diciendo “laaaa”. ¡Se tenía
que notar la música por algún sitio!
El tiempo pasa rápido. Aprendiste pedorretas, gorgeos, risas
y un chorro de sílabas: pa-pa-pa-pa, te-te-te-te, na-na-na-na, ma-ma-ma-ma…
¡todo menos el “ajjjjoooo” con el que se empeñaba la abuela!
Con la primera vela vinieron “papá”, “mamá” (sólo para mimos,
porque… ¡también soy papá!), “paaa” (para el pan o para llamar a nuestro perro
Pancho, según el caso), ”obú” (al rico yogur), “buuu” (el búho que se esconde
tras la cortina), “agua” (más claro, ídem), “holaaa” (descolgando el teléfono)
y “a gar dar” (por la cantinela: a guardar, a guardar, cada cosa a su lugar…) Y
sobre todo… “¡ah!” tu comodín, que señalando con el dedo puede significar música, gato, pelota, plato,
estoy aquí, cuento, pulpo, gorro, nene, quiero eso, abre la puerta…
Ya nos dijo la pediatra: “cómo habla esta niña, ¿quién en
casa es parlanchín?”. El padre miró a la madre y la madre al padre. ¿Lo seremos
los dos?...
No dejas de parlotear, mientras das vueltas a tus zapatillas, verdaderos ejercicios de vocalización. Rítmicos,
acompasados, graduando la intensidad, buen chorro de voz. ¿Qué será de nosotros
cuando empieces a hablar y no pares? ¡Qué siga la diversión!
Ver El sonido que habito CEIPS Santo Ángel de la Guarda en un mapa más grande
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