Dicen que cuando un niño ríe por primera
vez nace un hada, sí un hada, esa criatura fantástica y sutil con alas mágicas
que a todos los niños atrae. Cuando creces, esa creencia e imaginación en las
hadas se va volando con una de ellas, al igual que la risa. Aparecen los
problemas económicos, amorosos o simplemente las responsabilidades, todos ellos
hacen que la risa se esfume, se desintegre y que con esto un hada muera.
En los niños pasa lo contrario. Son
inocentes, felices, al igual que un hada, y nunca se cansan de reír.
Campanilla, el hada madrina de Cenicienta o las tres pequeñas hadas de la Bella
Durmiente son todas familia de Walt Disney, personajes de su imaginación, pero
cuando un bebé ríe un hada que no tiene un nombre concreto y que nadie sabe
quién es bate sus alas fuertemente dentro de él hasta envolver el pequeño
corazón de la criatura con sus polvos mágicos. Esos polvos hacen cosquillas en
el fondo del pecho del bebé, haciendo que este produzca un sonido rítmico y
armonioso que cala en los más profundo del corazón de una madre, este bonito
sonido es llamado “risa".
Diccionarios de todas las lenguas,
alemán, inglés, español o francés, la definen como movimiento de la boca que
demuestra alegría o lo que mueve a reír. Para mí, el significado de “risa” es
libertad, vida, felicidad y, a decir de los expertos, un ejercicio muy
saludable.
Hay distintos tipos de risa: la tonta, la
dulce, la nerviosa o la escandalosa; insignificantes por separado para una
persona cualquiera, pero que si las juntamos todas forman un enorme corazón que
late con tanta fuerza que es capaz de mover un planeta entero. El mundo está
enfermo, gravemente enfermo, la contaminación se puede curar con un simple
vendaje en las fugas de los barcos petroleros, la pobreza con un gotero lleno
de alimentos y viviendas, los problemas amorosos o económicos con una buena
inyección de amor y trabajo, respectivamente. Pero para curarle de esta grave
enfermedad hacen falta personas especializadas en algo muy concreto, algo que
es muy difícil conseguir, personas que no se encuentran a la vuelta de la
esquina; se necesitan personas que sepan disfrutar, que sepan vivir y, lo más
importante, que sepan reírse de la vida. Solo así, nos podemos salvar de
nuestra propia enfermedad, la tristeza.
Cortes Natal
2º E.S.O.
Colegio Helios (L'Eliana-Valencia)
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