miércoles, 7 de mayo de 2014

Acompañando a la felicidad

Pensaréis todos que el sonido del tráfico en plena ciudad es desagradable. A la gente le recuerda a contaminación, olor a combustible, dolor de cabeza... Bueno, a mí no. Cuando todavía estaba dentro de mi mamá, mis padres decidieron buscar una casa en la ciudad. Allí crecería rodeada de gente, cerca de muchas tiendas y mis padres no estarían lejos de su trabajo. Así que, después de pensarlo mucho y buscar por todas partes, encontraron aquel edificio que buscaba gente para ocupar sus casas. Nadie había vivido antes en aquel piso tan acogedor. Cuenta mi madre que, cuando mi hermano entró y se enteró de que iba a ser su casa, se puso a saltar de emoción. Entonces tenía tres años. Cuando yo llegué al mundo, el piso estaba amueblado, mi habitación era rosa y había muchos peluches en la pequeña estantería de color madera. Se respiraba felicidad y... ¡Se escuchaba este mismo sonido! Por eso me gusta, porque aunque no sea un sonido relajante, me recuerda a todo lo que quiero recordar. Esos paseos de la mano con mi abuelo, esos ratos mirando por la gran ventana del salón, soñando con alcanzar mis sueños, esas tardes en el parque después de largos días de clase... También puedo referirme al presente. Ahora sigo pasando las horas mientras escucho ese sonido. Mientras estudio o voy de compras, mientras chateo con el móvil. Así que, he elegido este sonido porque significa mucho para mí. Y aunque a muchos os cueste comprenderlo o veáis difícil estar de acuerdo conmigo, después de trece años, se convierte en algo que va de la mano de tu felicidad y que a veces puedes echar de menos.



Silvia Aparicio
2º ESO
Colegio Helios

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