Una tarde mas viendo pasar la vida por la ventana mientras
estudio folios con letras. El cielo nublado me recuerda que no tengo nada mejor
que hacer, abro la ventana y todo sigue igual que ayer, y me apostaría mis
ahorros a que mañana todo seguirá igual. Siempre estarán los mismos pájaros
silbando, interrumpiendo el silencio y posándose en las ramas para llamar mi
atención y distraerme de lo que de verdad importa, la mosca que acaba de entrar
por la ventana. La gente que pasa por mi calle me ve hacer aspavientos con las
manos para sacar a la mosca fuera de la habitación, me miran como si fuera un
loco, yo les echo la mirada de "dejad de miradme" y sigo a lo mío. El
silencio en mi calle se convierte en una utopía, ya sea por un niño que llora
detrás de su madre, o por una niña que habla con una amiga suya por el teléfono
y le dice que le gusta un chico de su clase, o por un simple coche, como
podemos oír en la grabación.
Además, por mi calle siempre pasa la misma gente. Siempre
pasa la anciana del bastón, el chico que sale a correr todos los martes y
jueves, las señoras del "chihuahua", el señor del "galgo",
los chicos que van al entrenamiento de fútbol...
Se puede decir que mi calle es una calle tranquila, pero
siempre me distraigo con lo que se ve y oye mas allá de la ventana, y siempre
hay algo que interrumpe el silencio, pero si partimos de que el silencio no
existe no me puedo quejar de que haya ruido.
Realizado por Fernando Grande, de 1º de Bachillerato del IES María Moliner de Segovia
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