Llegas a casa; reventada. Subes las escaleras, entras al baño y conectas el altavoz.
Te pierdes. Abres el grifo de la ducha, empieza a caer el agua. Te vuelves a perder. Se
mezclan dos sonidos que juntos consiguen que entres en trance y te empanes un rato.
Te metes a la ducha y tienes los ojos cerrados. De repente, entre el agua que se desliza
por tu cuerpo y cabeza, se abre un hilillo en tus orejas que te deja escuchar una de esas
canciones viejas que nunca pasarán de moda.
Abres los ojos. Tu expresión de cansancio cambia totalmente y se transforma en
activación. Empiezas a cantar, y cuando llega el estribillo, no puedes evitar bailar.
Se acaba la canción y te has quedado con ganas de más. Piensas: jo, aquí en el agua se
está muy bien; otra canción.
A esos minutos de ducha extra de esa "otra canción" se le añaden otros más y otros
más...
De repente, desconectas de tu mundo de pasotismo y piensas de nuevo: ostras, me he
pasado.
Abres la puerta del baño y te percatas de la gran cantidad de vapor con la que no
entiendes como no has muerto asfixiada ahí dentro. Pasa tu hermana dispuesta a bajar
para cenar, con su pijama. Tú aún estás en toalla y empapada.
Prisas, prisas, prisas... ¡Ya te has vestido! Pero de repente, aparece tu IPad en la
mesa. Piensas: va, ya me he vestido no pasa nada. Cuando me llamen lo apago y bajo.
Sin problemas
Te llama tu madre. De acuerdo, apagas el iPad y bajas.
Bajas.
Anda, te encuentras la mesa puesta y a tu hermana en el sofá diciéndote: yo la he puesto,
tú la quitas.
Vuelves a pensar: jope, en vez de haber estado con el iPad podría haberla puesto yo y
luego, jugársela yo también. Pero bueno, quitar la mesa no cuesta tanto...
Llega el momento de recoger y cambias tu concepto ese de "quitar la mesa no cuesta
tanto". Pero bueno, tras intentar colársela a tu hermana dejándote por recoger algo varías
veces, acabas recogiéndola.
Te dispones a desplomarte en el sofá. De camino piensas: ostras, si esta noche hacían
Cuéntame;, qué guay.
Ya a punto de sentarte vuelves a pensar: ¡no! Jope, aún me quedan los deberes. Si no
hubiese tardado tanto duchándome y luego con el iPad podría estar tranquilita.
En fin. Prisas, reloj, prisas...
Acabas justo cuando va a empezar la serie.
Te sientas en el sofá.
Haces un resumen de toda la tarde y piensas:
Soy tonta.
María Cernuda
Colegio Helios
2º ESO
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