Llevo dos años con mi perro y la verdad es que me tiene hartísima, pero tengo que reconocer que le quiero muchísimo.
Cuando tenía 7 meses empezó a ladrar y aunque le regañábamos para que no lo hiciese más él seguía, pero se podía aguantar. Ahora, 2 años después, cada vez que ladra ¡me pone de los nervios! Por mucho que le regañemos no aprende...
Pero a pesar de que me da dolor de cabeza, no podría vivir sin esos horribles ladridos, porque cada vez que no se le escucha “hablar” por la casa se le echa de menos y en el fondo no se que haría sin él.
Stella Santana.
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