Es oír la palabra playa y lo primero que se me viene a la cabeza es el verano. Creo que es una de las mejores partes, sin duda. ¿Que por qué me gusta tanto ir a la playa? Si tuviera que elegir una sola razón... ¡imposible! Me gusta demasiado. Aunque, por mencionar algún inconveniente, está la molestia de la arena; mucha gente estará de acuerdo en esto.
Levantarte después de tomar el sol y estar rebozada en arena... no es muy agradable. Pero eso enseguida queda en un segundo plano cuando me centro en disfrutar de lo que más me gusta del mar: su sonido. Hasta el momento no he sentido nada más relajante que tumbarse en una toalla sobre la arena, cerrar los ojos y escuchar el sonido de las olas cuando rompen en la orilla mientras el sol te calienta la espalda. Pero tiene su secreto: hay que saber concentrarse en ese envolvente rumor y olvidar el barullo de la gente. Tanto si estás tumbada tan a gusto, como si estás dando un agradable paseo por la orilla, pararme a escuchar el sonido de las olas es una de las experiencias más agradables en este mundo.No solo me cautiva el sonido del mar; me pasaría los días de verano enteros en la playa disfrutando de la fina y cálida arena, los paseos recorriendo la orilla de lado a lado, las comidas en familia con preciosas vistas de fondo...
Mi verano no está completo si no voy al menos una vez a la playa y siempre intento convencer a mis padres para que así sea. Llegar, descalzarse, pisar la arena, colocar las toallas, adentrarse en el mar poco a poco si el agua está muy fría, tomar el sol mientras te secas, comer, vuelta a la toalla, otro baño, una ducha, última vista al paisaje, quizás una foto y de vuelta a casa. Son pequeñas rutinas que, si sabemos valorarlas, acaban por convertirse en momentos inolvidables.
Ver Playa de Samil (Vigo) en un mapa más grande
ALBA GONZÁLEZ
1ºBACHILLERATO
IES BERGIDUM FLAVIUM
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